Esperar tiene su ciencia.
Hay quienes llevan un libro
para hurgar en la mente de otros.
Otros incluso llevan toallas y comida
para perderse de casa cuatro días.
La paciencia es como una iglesia de siglos,
un rosario de muertos.
Esperar, sin embargo, es una filosofía,
aquella que no olvida el tiempo esclavo.
Hay otros que devoran letras de revistas bonitas,
los epigramas,
los sueños de las modelos tontas
y los autos de fe del mercado de los ricos.
Esperar es un destino,
siempre uno espera la muerte.
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