BIENVENIDOS

ME LLAMO PEDRO CONRADO CUDRIZ y Mis complacencias por la gratuidad del gesto que te permite acceder a mi blog. Bienvenido a mi mundo espiritual y a esta suerte de salvamento existencial, que es una extensión de mi alma vertida en libros, Cd, y opiniones periodísticas semanales.

domingo, 1 de agosto de 2010

AGOSTO


Uno oye hablar de la guerra y esta nominación terrible de la realidad, políticamente humana, la observamos tan lejana, que nos parece increíble que esté diseminada en nuestra vida íntima, o familiar, o laboral, porque simplemente en estos espacios comunes de nuestras relaciones humanos, no hacemos uso de las armas convencionales de los actores armados de la guerra y sin embargo, hay elementos y factores tensionantes de aquellas atrocidades que sin saberlo y sin quererlo los introducimos en estos espacios apacibles y cálidos (deber ser) de la convivencia diaria.
En la guerra nadie convive. En la familia, o en el trabajo, se convive, se intenta llevar una vida común. Aquí la pregunta clave es esta: ¿qué clase de ser soy yo y que parte de este ser comparto con el otro?

Eso es lo que uno cree. Era la voz de Tabares, quien con el sabor del café en sus labios, me miraba con la mayor de las incredulidades. Todavía a tu edad no conoces al hombre, me dijo. Es la mayor de las bestias y es el que menos le interesan los aprendizajes comunes, los pequeños, los que pueden salvar a la especie, los que tienen que ver con su territorialidad y su felicidad.

Lo estuve observando por largo rato, mientras mi viejo cerebro de hombre cavernario y moderno, asimilaba su escepticismo.

Estoy de acuerdo, le dije, el hombres hasta hoy es un ser de guerra, un guerrero de verdad, pero la guerra tiene sus momentos históricos, sus actores y no todos los espacios geográficos son áreas para hacer la guerra; ni la familia ni la empresa son extensiones de aquellos mundos atroces, sin reglas ni límites para matar ni amedrentar .


Hubo un silencio infinito entre los dos, y me acordé de mi hermana, menor, Angélica, que ante estos estados inspirados de la naturaleza aludía al paso de la virgen María. Una luciérnaga pasó con su luz alegrando el paso de la tarde a lo oscuridad eterna y Tabares, exhalando el último tiro del cigarrillo, lo dejó caer y lo aplastó con la punta del zapato derecho, como si éste fuera un cucaracha asquerosa de ultratumba.

La violencia, me dijo Tabares, está enredada en el tronco de la biología y la cultura humana.

Eso es posible, le contesté, pero eso no quiere decir, que sea descontrolada y no sea arbitraria. y no entiendo, porque en espacios tan reducidos como los laborales, o los familiares, donde nos vemos todos los días, conversamos, intercambiamos cosas, terminemos siendo unos extraños. Nos dejamos de hablar, por ejemplo, o introducimos técnicas de silencios o sabotajes que ponen en peligro todo. En el caso de la empresa ¿Qué es lo que traemos del medio familiar que no se ajustan a la entidad? ¿Qué heredamos de la familia, qué nos perturba y no nos hemos dado cuenta? ¿Dónde se iniciaron los desajustes y por qué no sé han corregido? ¿Qué nos pasó en el paso de la niñez a la adultez joven?

Tabares, se levantó de la mesita de la cafetería y lanzó la tapa de la botella por los aires, pensando seguramente en una mariposa multicolor. Regresó a su lugar de origen, lo ocupó, cruzó las piernas como lo hacen los abuelos, y abrió su bocaza: Mira Pedro, no sé en qué momento el mundo adulto jodió al niño, lo transformó en adulto, tanto, que hizo al niño olvidarse de sí mismo. Entonces, el niño empezó a soñar con ser adulto, aunque el adulto ahora quiera ser niño otra vez. El asunto es que no hemos aprendido la hermosa lección del niño; es decir, no hemos aprendido a no odiar, a no acumular rencores ni resentimientos, a perdonar con la mayor de las inocencias.
Tabares, le dije, mirándolo de frente al rostro, esa es una lección para sacarla de los viejos afectos de la memoria escondida de los seres humanos y afortunadamente no está perdida todavía. Hay que hacer el grande esfuerzo de abrirle en nuestra memoria adulta, un espacio a esa memoria infantil para poder seguir el juego del equilibrio de la ecología de los pelaos, que es el de la armonía positiva de los cuerpos y el alma, lo energético, continuar a pesar de todo intentando armonizar la existencia para continuar la vida sin odiarnos a pesar del conflicto.

El alma infantil es una mina de sabiduría, hay que volver a sus encantos, hay también que cuidarla para que el espejo no se empañe. Tabares pidió otro tinto, doble, y se fue, yo me quedé solo en todo el centro de la plaza; la ciudad la sentí agotada, no vi estrellas porque las ocultaba una masa de vapores densa interpuestas entre lo que uno llama cielo y la visión humana, así terminé esta conversación o estos trozos de conversa entre un hombre que se pierde y aparece (Tabares) y otro que lo busca para simplemente hablar, buscarle fondo, color al dolor, ¡ay¡ cómo duele no saber y cómo duele intentar columbrar el conocimiento, exprimir, exigir, ensayar …

No hay comentarios:

Publicar un comentario