BIENVENIDOS

ME LLAMO PEDRO CONRADO CUDRIZ y Mis complacencias por la gratuidad del gesto que te permite acceder a mi blog. Bienvenido a mi mundo espiritual y a esta suerte de salvamento existencial, que es una extensión de mi alma vertida en libros, Cd, y opiniones periodísticas semanales.

lunes, 31 de enero de 2011

cuento




YO

La vida es de una belleza extrema. La calle, el aroma de la lluvia, el paisaje, las mujeres, los hombres, los niños, todo duele hermosamente. Pero la vida también es de una tristeza abrumadora. Mi vida, la guerra, la pobreza o la miseria de las gentes, aquella niña a la que le volé la cabeza sin querer. Oh, Dios mío, como estas cosas se agolpan ahora en mi memoria como un hacha hendida, y sé que mi vida, por esta extraña e increíble posibilidad de leer y escribir, tendrá más iluminada la zona clara que la zona oscura de mi corazón. Poco a poco la luz de la luna, estoy nombrando la belleza que duele hermosamente, tomará posesión de mi alma y mi cuerpo y entonces yo, seré la flor que alguien cortará del jardín vecino para alegrar la vida de una mujer que necesita del aroma de las flores para soñar.

jueves, 27 de enero de 2011

La homofobia policiaca colombiana





La noticia del 26 de enero del 2011 en El Espectador, lacónica y egoístamente periodística, informa que el Tribunal Administrativo de lo Contencioso en el Meta, ordenó el reintegró a la policía nacional de la teniente Yaneth Mora Morales, quien fue retirada de la institución por ser lesbiana. Y se ordena el pago de salarios atrasados etc.

Es otra noticia más de impacto entre el tumulto de sucesos terribles conocidos diariamente en el país, pero pasa invisible, como si no hubiese acontecido.

La homosexualidad en esta época, forma parte de las libertades que tiene la gente para el libre desarrollo de su personalidad y no es menos ni más dañina que la infidelidad, la violencia intrafamiliar, la bigamia, la corrupción, el crimen heterosexual, etc. No existe ninguna diferencia entre un heterosexual bueno y honesto y un homosexual bueno y honesto, excepto en sus conductas sexuales. Y esta diferencia no los hace mejores ni peores, simplemente los hace diferentes. Y es lo que debemos respetar.

Pero las instituciones armadas en el mundo son las instituciones más peligrosas, por lo cuasi-medievales, por lo forradas en una variedad de prejuicios sociales y culturales que asustan, y por los cerradas en sí mismas, que entre ellas sus miembros corren riesgos que ponen en peligro sus vidas o sus empleos.

La homofobia es otra forma de racismo, pero no se asume como tal para creer que lo institucional cubre el odio y la discriminación aprendida después de 1492 contra la raza que no fuera la peninsular. No, es racismo puro y la homofobia, es otra variante más del profundo racismo colombiano, del odio que nos dispensamos a sí mismos y a los otros. El sueño de Hitler de una raza pura, lo han venido cumpliendo algunas mentes enfermas en algunas ciudades del país, “limpiándolas” de homosexuales, pordioseros, drogadictos, etc. Y en la policía de homosexuales, pero no de corruptos ni de policías que han abandonado a sus hijos y sus familias. ¡Viva la cultura patriarcal, viva el machismo y su lacra cultural¡

sábado, 22 de enero de 2011

De la catedral de Pablo Escobar a la base militar de Tolemaida



La realidad colombiana es tan tozuda que se repite algunas veces en forma de drama y otras en forma humorística; en ambos casos, lo dramático sirve de cortina al dolor, a la injusticia, al juego sucio, a la indignación, a la burla y a la violación de la ley.

Los actores pueden provenir de los bajos fondos del mundo o de los sagrados puntos de la institucionalidad colombiana, o pueden confundirse en la camaleónica vida de este país para vestirse un día en la vida pública de gobernantes pulcros y otro día en la oscuridad de las trampas anti-sistema y salir a confundirse con las manos y las armas de los asesinos. Total, es una vida concupiscente, enmascarada y cínica que ha terminado rompiendo los diques de la apariencia de la ley y la justicia, porque hacen lo que les da la real gana y se oponen a todo órgano que les haga oposición a su voluntad y voluntarismo totalitario.

Lo que acaba de ocurrir en la base miliar de Tolemaida, Tolima, donde estaba recluido un militar de alto rango, acusado por el intento de asesinato en la persona del excongresita Wilson Borja, nos recuerda los sucesos abominables, imborrables, inaceptables de la catedral de Pablo Escobar. Whisky, prostitutas, licencia para escapar, etc. Lo mismo de lo mismo. El mundo al revés, los ejemplos del establecimiento “en contravía” y multiplicados sistemáticamente, que alcanzan para realizar la contra revolución del silencio, la que anhela la derecha y la izquierda, la primera para reinar en medio del caos y la segunda para justificar la revolución perdida.

¿Qué hay de común entre un militar y la figura perdida de Pablo Escobar? La pregunta es pertinente por lo que acaba de ocurrir en la base militar de Tolemaida, porque es inconcebible institucionalmente y sin embargo, ocurrió en las barbas de todas las jerarquías de la base militar del Tolima. La violencia, su largura en el tiempo, ha terminado pudriendo el alma del hombre colombiano, y los primeros prisioneros del caos ético son los que conviven a diario y directamente en los campos de la guerra; sin embargo, es inexcusable el asesinato por ser contrario a las normas del respeto de la convivencia humana dentro y fuera del ejército.

Que después de casi dos décadas se repita un hecho o fenómeno como el de la catedral de Pablo Escobar, y al interior de una guarnición militar, simplemente quiere decir que en la memoria del hombre colombiano, la maldad como hecho social, se grabó con tal fuerza que gravita inconsciente en su vida cotidiana. El ejemplo de lo prohibido proviene de arriba, de las esferas del poder y esa hechura de la maldad se explaya sin ética y sin moralidad, que los más débiles, que son miles y miles, violan todos los días la ley sin pasión y sin compasión. Yo lo que creo es que lo de Pablo Escobar lo podía repetir un agente civil de la sociedad, nunca un agente de una base militar. Nuestra enfermedad llegó más allá del imaginario de la base militar de Tolemaida. ¡Qué susto, qué horror!

martes, 18 de enero de 2011

MARGARITA Y MATEO




En la película "Cadenas de favores" al protagonista, contrario a lo que piensa su profesor, el mundo le parece una mierda. Gran parte de la ficción gira alrededor de esta escatología filosófica de la vida. En la vida real colombiana esta filosofía pisa tierra firme todos los días.


No sé cuántos se acuerdan de Elsa y su esposo asesinados en un apartamento en Bogotá hace aproximadamente una década, asesinados por el paramilitarismo, la omisión del sistema y la indolencia de la sociedad colombiana de siempre.


Hoy le correspondió el turno a Margarita Gómez y a Mateo Matamala, dos jóvenes estudiantes de la Universidad de Los Andes, asesinados en Bocas de Tinajones, cerca de San Bernardo del Viento, Córdoba. Sin embargo, entre Elsa y su esposo y estos dos jóvenes ha corrido un mar de sangre que nos ha podrido el alma, conviertiendo a Colombia en un cementerio gigante.


Hasta hoy no hemos podido superar esta tragedia de dolor y sangre, las masacres y la filosofía de la escatología aludida en la película "Cadena de favores".


Los filósofos del lenguaje creen que en la nominación de las palabras debe estar una sustancia material que las haga creíbles para los consenso del grupos social; sin embargo, al discurso nuestro le falta aquella sustancia que la vuelva creíble a los ojos de los asociados. Por eso nadie cree, porque las palabras se desgastaron, se vaciaron de alma. Ese es el temor que tenemos de leer editoriales y discursos políticos. "Cadenas de favores."



sábado, 15 de enero de 2011

cuento



Tu madre también

Cuando mamá murió, mi abuela me dijo: “murió tu madre.” Y yo quise entender qué significaba morirse, porque mi mente de niña pequeña no comprendía todavía nada. Y mi abuela me dijo algo así como “irse de viaje para siempre.” ¿Y no regresa? le pregunté. “No regresa,” me dijo. Mi abuela era seca y directa. Usaba las palabras justas para decir las cosas, no como mi padre que hablaba bonito como los poetas. Pero mi padre no estaba, se había ido de la casa por un disgusto con mi madre y nadie sabía dónde andaba. Se fue con dolor porque me abrazó con la fuerza de un huracán y me dijo llorando que no quería irse, que lo sentía, “así es la vida, hija, sólo cuando seas grande lo comprenderás todo.” Y a una no le interesa estar grande para comprender estas cosas, porque lo que siente el cuerpo y el alma es más grande que la comprensión.

Mi madre estaba dormida en el cajón para los muertos, pero yo no entendía la muerte, ni me interesaba comprenderla. Sólo quería que abriera los ojos y me mirara como ella lo hacía, o que me tocara o besara como solamente ella sabía hacerlo, con la boca y la cara a la vez y me dijera las cosas bonitas que me decía siempre con su voz de ángel derretido por los afectos. Pero estaba dormida, pálida como dice la gente cuando habla de un cadáver, como alguna vez le escuché decir al abuelo cuando encontramos a Felino, el gatito de la casa: muerto. ¿Será así la muerte de mi madre, como la muerte de felino?

La sala gigante como un patio prehistórico estaba atestada de gentes que vestían negro o de luto; había un silencio impresionante. Los que iban llegando abrazaban a la abuela y al abuelo, a los tíos y las tías y alguno que otro visitante me sobaba la cabeza, y recuerdo que le pregunté a la abuela porqué la gente la abrazaba y me viene a la memoria lo que me dijo ensimismada, que no eran abrazos sino pésames. Y esas palabras taladraron mi cerebro y se clavaron en mi corazón, con todo el peso de la muerte. El misterio de la muerte desde entonces me persigue, sin poder lograr comprender todavía hoy la ruptura de la vida y la muerte. Y ahora sólo sé que morirse es tan necesario como estar vivo y convencida además, de que la muerte ensombrece todo, el amor, la tarde, las horas del desayuno, el sueño, todo.

Mi madre durmió toda la noche hasta el día siguiente, cuando decidieron llevársela así dormida para la iglesia y una angustia indefinida hizo su asalto en mi ser; quedé vacía hasta que poco a poco este vacío fue llenándose de una ira profunda, de aquella rabia impotente que debió sentir el primer ser humano que se enfrentó por primera vez a la muerte, a este estado de catalepsia mortal que abruma, traumatiza y fractura la existencia. Mi abuelo comprendió mi malestar y me cargó entre sus brazos, mientras mi cuerpo brincaba epiléptico y una tristeza extraña se apoderaba de mi rostro. “A todos al final nos pasará,” sentenció el abuelo. “A mi madre no,” le dije. “A tu madre también,” contestó él con los ojos bañados en lágrimas. “¿Qué es la muerte, abuelito?” logré preguntarle, mientras el féretro cruzaba la esquina. El me miró y sentí que sus ojos me horadaban por dentro.”No sé, hija, no sé.”

Por aquella edad no sabía de Dios, de tal manera que no podía reclamarla al único que se le podía reclamar y me quedé en silencio por un tiempo indeterminado, una, dos o tres semanas, o toda una vida, hasta que el dolor lo confundió el juego, la risa, la escuela, las amigas, el cariño de los abuelos y los tíos. Pero la muerte había hecho su aparición en mi vida y en la época menos esperada, cuando apenas era una niña que había atravesado los tres años. Este primer contacto con la oscuridad y el misterio hizo posible la aparición de los miedos y los asombros, porque mi madre no permitió a pesar de la muerte mi desamparo, quedaban los abuelos y las visitas que le hacía todos los fines de semana en el cementerio, cuando le llevaba agua y comida para que no se muriera de sed y hambre. La muerte no nos había separado, nos había unido más que nunca, porque yo podía invocar su imagen o su recuerdo para que ella apareciera inmediatamente. Cuando murió mi padre, cinco años más tarde, la muerte ya me había enseñado su lenguaje y yo la había aceptado como otra necesidad más de la existencia. Ahora con veintitrés años y un cáncer de mama que poco a poco aniquila mi cuerpo, la muerte conversa todos los días conmigo, me susurra al oído su impotencia de no poder hacer nada por mi vida y me acuerdo del abuelo: “A tu madre también.”

lunes, 10 de enero de 2011

SILVESTRE DANGOND Y EL PASADO CULTURAL




Las estructuras socio-culturales de la sociedad en la que vivimos, afortunadamente no son de hierro y del mundo patriarcal de los abuelos hemos pasado a otro, donde el respeto y los límites a los derechos humanos de los demás son fundamentales para la convivencia sana entre los convivientes sociales.


En aquel mundo patriarcal, del que todos los días tenemos noticias por ejemplos como los del cantante Silvestre Dangond, el otro era un simple objeto: objeto sexual, objeto amoroso, objeto afectivo, objeto de labores, etc. Lo cual quiere decir simplemente, que estamos haciendo tránsito hacia un mundo de relaciones nuevas, las que la Constitución del 91 y la Declaración Universal de los derechos de los niños han ido permeando poco a poco, procurando alcanzar la humanización justa de las relaciones humanas para poder equilibrar y armonizar la convivencia entre todos los seres humanos, sean niños, jóvenes o adultos.


De los restos del machismos decimonónico heredado hemos observado en el último año, las agresiones más terribles contra mujeres y niñas especialmente. Las agresiones contra los niños no son menos significativas para la vida de ellos y la de la sociedad en general.


Que un artista de la talla de Silvestre Dangond, termine, por realizar una chanza pública a un niño, en una situación tipificada de abuso sexual en el Código de Infancia y adolescencia, simplemente dice de la ignorancia grave en el tema de la dignidad y los derechos humanos de él, sus acólitos y los que consideran que ésta no es una falta grave. ¿Qué hubieran pensado si hubiese sido una niña?


Claro, como los hombres en la costa Caribe se cogen el culo, existe licencia para hacer cosas como hacen los tíos con los pelaos, es decir, hacer o repetir el acto de Silvestre Dangond sin sonrojarse, porque el pene tiene un valor de trofeo, de adoración o de reverencia tal, que hay que tocarlo para enviar el mensaje de fuerza o poder sexual entre la tribu, porque es el Dios Príapo del mundo patriarcal. Quizá esto fue lo que quiso inconscientemente hacer Silvestre Dangond, transmitirle al niño, tal vez como lo hicieron con él, el valor del macho, sobre todo, transmitirle al niño y a los que asistían al concierto de Patillal, la fuerza de mando que tiene entre nosotros el pene, la importancia de ser macho. Es más importante ser hombre, que ser mujer en este país.
Silvestre Dangond tendrá que estudiar derechos humanos, en especial el de los niños, para poder comprender porque su comportamiento parrandero, ha causado tanto malestar entre los defensores de los derechos humanos de los niños.


La genética cultural no es excusa para ignorar la letra menuda de la dignidad humana de los niños. El mismo Silvestre Dangond debe indignarse cuando se entera que un niño, o una niña, han sido abusados sexualmente por los adultos. Y debe preguntarse por qué ocurren estas cosas a diario en Colombia. No nos estamos ahogando en un vaso de agua, ponemos el grito en el cielo, porque de la permisividad estamos pasando rápidamente a los hechos de la violación. Todos los días se viola más de un niño en el país, y de esta suerte de hechos trágicos no podemos pensar en hacer un carnaval como piensan muchos. En las cosas de los niños, el país se tiene que poner serio y esto último no excluye al artista del vallenato,Silvestre Dangond…

viernes, 7 de enero de 2011

El dolor es necesario, aborta lo ordinario del vivir y pone a prueba nuestra oculta locura.
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El dolor no es una amenaza, es una oportunidad para aprender a sobrevivir.
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Ante el dolor, el cerebro despliega sus alas hasta alcanzar el vuelo del pájaro por primera vez.

sábado, 1 de enero de 2011

DE LO QUE UNO PUEDE APRENDER EN UN ACCIDENTE CUALQUIERA DE LA VIDA




Dos compadres conversan amenos en las bancas de un parque:

-Compadre, cómo es la vida ¿Vio lo que le ocurrió a la hija del vecino Humberto?

-¿Qué le pasó compadre?

-La violaron y la embarazaron.

- No le digo, la vida es una mierda.

-Compadre, eso lo sabe todo el mundo.

-Ah, sí, bueno, la vida es una cosa que no tiene lógica, ni cálculos. Para decirlo en términos humanos, no es racional. Si, a cualquiera persona le puede pasar cualquier cosa, sea niña o joven, adulto o anciano.

-Entonces, compadre, ¿qué es lo racional?

-Todo lo que hacemos los seres humanos, especialmente la conducta humana. Porque la vida humana es apenas el soplo vital, el espíritu de las cosas, lo que le imprime movimiento al mundo, y cuando hablamos de lo humano estamos hablando de pasión, del ánimo vivo que impulsa a alguien a hacer algo.

-¿Y las desgracias?

Están en la dimensión de lo humano y caen en la categoría de lo racional, de lo lógico, lo cuerdo, lo previsible, o lo imprevisible, que es el plan B de la vida o el destino del que habla la mayoría de la gente. Algo sin control: En un accidente de tránsito eres atropellado por un conductor ebrio, por ejemplo.

Hay otros eventos en los que interviene la irracionalidad: una cornada en una corraleja, o un ahogado en un pozo profundo en una zona marginal del poblado, o un embarazo indeseado.

-¿Por qué las gentes no hacen uso de la razón?

Creo que no hay misterios, sino un problema de entrenamientos mentales. Si las gentes aprendieran realmente el tema de la suma aprenderían también el tema de la lógica y los supuestos, las inferencias, las restas, las pausas y los controles de las emociones, las perdidas, que es el tema de las restas y el empleo de razones (argumentos, ideas).

¿Y cómo aprendemos de los accidentes de la existencia?

Voy a utilizar una ruptura, un boquete, y voy a introducir otra voz, la de William Ospina para darle respuesta a esta pregunta, corriendo el riesgo de lo inintelegible, así como lo hizo Sábato en una novela con el ensayo de los ciegos: "Nos hace mucha falta la memoria, y no tiene que ser una memoria luctuosa. Pueden ser hechos alegres, llenos de gratitud, profundamente cargados de sentido, de respeto, de reflexión y si se quiere de reverencia, por un mundo al que no hemos sabido horar como se debe. Creo que sólo el arte sabe conmemorar sin luto, con respeto profundo y con alegría creadora, eso que solemos considerar como meras desgracias pero que son en realidad las lecciones que nos da el mundo."