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ME LLAMO PEDRO CONRADO CUDRIZ y Mis complacencias por la gratuidad del gesto que te permite acceder a mi blog. Bienvenido a mi mundo espiritual y a esta suerte de salvamento existencial, que es una extensión de mi alma vertida en libros, Cd, y opiniones periodísticas semanales.

domingo, 17 de octubre de 2010

VARGAS LLOSA


Vargas Llosa no es la monedita de oro de las letras latinoamericanas; creo que es más odiado que amado, injustamente, desde mi óptica personal. Algunos se atreven incluso a decir inopidamente que es mal escritor y otros a escribir que el nuevo Nobel es un premio de consolación por los mejores escritores de los países de América latina que no recibieron el premio que le acaban de otorgar.

Estoy recordando las controversias que se generaron a raíz de la revolución cubana y en las que intervinieron el mismo Vargas Llosa, García Márquez, Collazos, Cortázar, etc., controversia que elevó el volumen de la libertad humana en el continente y de cuyo eco se escucha la voz de Vargas Llosa Todavía en sus ensayos. Porque lo más claro de su discurso es que él no le hace concesiones a ningún tirano, sea de derecha o de izquierda, o sea de la clase que sea, o enmascarado de demócrata como Chávez.
Su vocación literaria la reconoció muy joven, cuando apenas abandonaba la adolescencia e incursionaba en el periodismo con pantalones cortos, hasta que logró escribir precozmente La ciudad y los perros, novela con la que inicia su vida literaria. En esta novela, Vargas Llosa, desde la ficción, intenta llevar a la hoguera los mitos del machismo y llenarse de valor para fortalecer su masculinidad. Luego siguieron La casa verde, Travesuras de la niña mala, Pantaleón y las visitadoras, Conversaciones en la catedral, La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo.

Tanto La fiesta del chivo como La ciudad y los perros se han logrado llevar al cine y en el primer caso, es impresionante la caracterización de los personajes principales, y a pesar que son dos realidades diferentes el cine logra traducir la atmósfera y el clima de humillaciones, sumisiones, indignaciones y menoscabos del sistema dictatorial.
A pesar de las distancias que en su momento hubo con nuestro premio Nobel, escribió un libro de crítica interesante, Historia de un deicidio, para poder comprender los procesos creadores de García Márquez. Este gesto, de una mente frontal, adulta, nos ayudó a comprender más al hombre y al literato, elevando al hombre y a su literatura por encima de la gestualidad emocional de los que pretendían seguir el camino de los odios literarios.

La parroquia puede odiar, pero el mundo o el universo, no. Esa es la gran diferencia.

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