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ME LLAMO PEDRO CONRADO CUDRIZ y Mis complacencias por la gratuidad del gesto que te permite acceder a mi blog. Bienvenido a mi mundo espiritual y a esta suerte de salvamento existencial, que es una extensión de mi alma vertida en libros, Cd, y opiniones periodísticas semanales.

sábado, 25 de diciembre de 2010

EL NIÑO DIOS





Recuerdo, o imaginaba, que el Niño Dios se filtraba por uno de los huecos del calado del ala derecha de las casas, en forma de pajarito, movía su cabecita de izquierda a derecha y luego volaba al interior de la vivienda buscando niños, con las cartas que días y meses atrás estos mismos infantes, le habían enviando con sus largas solicitudes de sueños y juguetes. Todos en casa dormíamos en el sueño del 24 y la madrugada del 25 de diciembre, que Él aprovechaba para descender y acoplarse a la oscuridad del lugar, hasta que daba con el niño o la niña precisa, y con los mayores cuidados descargaba la carga del o los juguetes y los colocaba al lado o debajo de la cama.


Nadie sabía cómo ocurría este milagro ni estábamos interesados en develarlo, sólo sabíamos que era un bálsamo en medio de la pesadez y el desastre del minuto diario y del mundo.

Sé que había inconformidades, pero no era precisamente con el Niño Dios, quien nos alimentaba de fe y de esperanza la existencia. Aquellos inconformes con la juguetería, en el barullo de los juegos, la suplantaban por el intercambio de juguetes, la interlocución y las relaciones con los demás niños. Al cabo de cierto tiempo, todo era olvido y la vida recuperaba otra vez la dulzura y la dureza del vivir, y el Niño Dios, se ocultaba en la memoria o aparecía, cuando aparecía toda la parafernalia de la juguetería entre la malla de la vida de los niños.

En estos días de desastres naturales, el Niño Dios volverá aparecer otra vez en los albergues, quizá transmutado en pajarito u otra animalito, o quizá en la figura humana de algún ser humanitario, tocado por Dios o por otro dios, o por otro ser, o por otros sentimientos humanizados, para volver a tocar por enésima vez la esperanza y la fe en la vida.
El Niño Dios es tan justo hoy para los niños, como mañana es justo el regreso de las gentes del sur a sus lugares de orígenes. El Niño Dios es para la mente de un niño no un mundo de misterios, sino la apertura a un mundo de felicidades únicas y eternas. Ojalá no nos alcancen los días para hacer feliz los niños todos los días de esta vida altanera.

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