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ME LLAMO PEDRO CONRADO CUDRIZ y Mis complacencias por la gratuidad del gesto que te permite acceder a mi blog. Bienvenido a mi mundo espiritual y a esta suerte de salvamento existencial, que es una extensión de mi alma vertida en libros, Cd, y opiniones periodísticas semanales.

viernes, 4 de junio de 2010

EL MURO



1.
Lo hicieron para dividir la ciudad de Berlín, que era la ciudad de todos los ciudadanos del mundo como hemos observado hasta el final de los días. Lo hicieron para separarnos y para hacernos creer que era posible la segregación. No solo en Alemania. También en África. En Estados Unidos de Norteamérica. En América del Sur. En Europa Oriental. Y contra el muro nos hemos estrellado todos. Al principio, como en Berlín, para poder fracturarlo y romperlo muere alguien, el primer hombre. Después otro. Y otro. Y luego Otro. Y otro. Hasta que el muro cede a la rebeldía humana, a la sustancia de la libertad, al misterio humano de no soportar la esclavitud de ningún hombre sobre otro hombre. El muro no es invencible después que el hombre no se crea invencible. Ese es el secreto de la libertad humana. Si el muro lo hizo el hombre, el muro lo destruye también el hombre.
2.
En alguna parte del misterio del universo estamos ocultos como órgano de masticación y en la gran mayoría de las veces no nos percatamos de esta verdad; quedan rastros nuestros, esquirlas de sueños o huellas de naderías, por cualquier parte, que luego son tratados por los demás con displicencia y hasta con desprecio, en el instante aquel en el que el objeto o la foto nuestra fueron bruscamente excluidos de la vida común. Y en esa búsqueda de no sé que cosas del ser, tropecé con una vieja prótesis de dientes de la abandonada juventud y observé en aquella añeja caja de dientes, la boca inocente de los dieciocho años y el alma retadora de quien todavía se creía inmortal. El viaje en la prótesis me partió la vida y todas las fotografías que guardaba en mi frágil memoria no sirvieron para recuperar a este hombre que todavía cree que en un hueso, o en un ojo, o en la uña que cada ocho días la manicurista corta artísticamente de los dedos de las manos de un cliente, es posible recuperar la vida de la humanidad. Ese que tropecé en la vieja prótesis dental, era yo, más joven por supuesto, pero con las mismas características del mismo ser humano que vivió en las cuevas de Altamira miles de años atrás. No soy antropólogo ni arqueólogo, quizá alguien que ha aprendido a buscar en sí mismo la huella de lo que Jorge Luís Borges encontró en el ser humano cuando decía, que todos los hombres somos al fin y al cabo el mismo hombre.
3.
Es importante que los niños y las niñas puedan interactuar, o intercambiar desde tempranas horas de sus vidas, opiniones con personas diferentes, raras, o extrañas, con relación a la manera como conciben el mundo. Esto ayuda al infante a percatarse de que no es el centro del universo, ni el mundo es una isla, menos que ésta sea homogénea y vista uniforme como en el ejercito. El mundo corre peligro cuando alguien te rechaza por ateo, o por el color de la piel, o por el estrato socio-económico. Quien aprenda desde niño que el otro, por muy extraño que sea, es un aliado para mejorar la existencia humana, seguramente crecerá sin los prejuicios raciales, religiosos y sociales de la intolerancia humana y como individuo, su visión y concepción política de la humanidad con seguridad será del corte democrático humanístico, útil para revolucionar la coexistencia entre todos los seres humanos.

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