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ME LLAMO PEDRO CONRADO CUDRIZ y Mis complacencias por la gratuidad del gesto que te permite acceder a mi blog. Bienvenido a mi mundo espiritual y a esta suerte de salvamento existencial, que es una extensión de mi alma vertida en libros, Cd, y opiniones periodísticas semanales.

martes, 22 de junio de 2010

Tres ideas que me dan vuelta en la cabeza


1.
En estos días de fútbol mundial y de elecciones presidenciales, nos quieren hacer creer que la abstención es el producto de la influencia de la gesta mundialista e incluso del desquite de la naturaleza por el flujo desmesurado de la lluvia, cuando es fácil observar que hay agentes de la oficialidad interesados en conservar virgen la corteza o la cáscara que cubre la verdad de la realidad nacional para continuar como si en este pedazo de vida, no hubiera ocurrido nada. Afanes del régimen por conservar el statu quo.


Sin embargo, abierto el coco, se derrama ante nuestros ojos la penuria, la miseria, la dejadez, la pobreza, la corrupción, el abandono, la dependencia, la parranda, el analfabetismo, el asistencialismo, la enfermedad de la vulnerabilidad, o aquello que Carolina Sanín, registró en su columna del domingo 20 de junio en El Espectador así: “No voto, (dijo la señora) pues para ser pobre no necesito nada.” La nada es el territorio de la pobreza, la ignorancia, la incultura, en el sentido que la plantea Sábato; es decir, el analfabetismo existencial en el que el sujeto es incapaz de producir la sabiduría necesaria que lo salvará de su situación.


El abstencionismo es un fenómeno político, producto del acumulado de la desesperanza, de la falta de fe en el sistema o el gobierno, del escepticismo en el hombre, de la desconfianza en los operadores del estado colombiano; originado también en la división profunda de clases o en la abundancia de una minoría y la escasez de las mayorías; o en el sistema de clientelas del régimen; en fin, el abstencionista no es un hombre abstracto, sino un pedazo de país, excluido, que puede pensar en Bolívar y su revolución, o simplemente alguien que se muere del vivir nacional todos los días de la vida sin hacer nada.


2.
De ganadores y perdedores. No es lo mismo ganar un partido de fútbol, o un campeonato mundial de fútbol, que las elecciones presidenciales de la nación. Las emociones de los triunfadores pueden ser las mismas; sin embargo, el sentido del triunfo varía, no sólo porque el presidente elegido va administrar una nación, sino por lo que se pueda derivar del poder del estado. En Europa, me escribe un amigo escritor que vive en España, todavía nos observan y nos sienten como “República Bananera.” Un apellido que se viene registrando desde 1928.
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Si los fracasados somos más que los hombres de éxito, no entiendo el afán de la masa por alcanzar una estrella.
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El tiempo del fracaso perdura más que el tiempo del éxito y aunque resulte increíble, fracasar empuja, motiva, salva.
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La vitalidad del derrotado es diferente a la vitalidad del triunfador. Se conserva para toda la vida.
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Fracasar es tan importante como ganar.


3.
El domingo pasado, Héctor Abad Faciolince, introdujo al lector en su columna con lo que quizá dijo Stevenson: “Nuestra misión en la vida no es triunfar, sino seguir fracasando con entusiasmo y alegría.” Creo que Mockus, es Mockus, por esta vocación de derrotado, de buscador permanente de sí mismo y del saber. Para la mayoría de nosotros los mortales, es incomprensible la alegría del equipo verde de celebrar la derrota. Mientras los seguidores del profesor se angustiaban en las entrevistas y debates donde participaba éste, él hacía el ejercicio de comprenderse, o de encontrar las respuestas justas a las interrogaciones y no a las preguntas, que en últimas funcionaban para las galerías. Por eso, creo que él debe regalarle al país sus dones de filósofo o de matemático, dedicarse a la academia y ayudar a pensar al país, que pretender ser presidente de una nación desmemoriada, cínica e hipócrita, abúlica, pordiosera, culturalmente necia y alienada. Nos sirve más desde este rol fundador de almas pensantes, que desde el rol de candidato presidencial. No quiero decir, que desista del partido verde. No, más bien, que desde la micro-política nos cooperemos para reconstruir otro país.

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