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ME LLAMO PEDRO CONRADO CUDRIZ y Mis complacencias por la gratuidad del gesto que te permite acceder a mi blog. Bienvenido a mi mundo espiritual y a esta suerte de salvamento existencial, que es una extensión de mi alma vertida en libros, Cd, y opiniones periodísticas semanales.

jueves, 2 de septiembre de 2010

LA DICTADURA DE LA TELEVISION



¿Es inocente la televisión en este tiempo histórico? ¿Sobre todo, en el tránsito de la era uribista a la era santista? ¿En estos últimos 50 años qué tan inocente ha sido la televisión colombiana? Que uno recuerde, los dueños de los canales siempre han tomado partido; es decir, han sido gobiernistas, unos en unos grados más obsecuentes que los otros, pero partidistas.

No sólo son las dictaduras, como lo confiesa el escritor, premio Nobel, Imre Kertész, en Dossier K, del Círculo de lectores, las que necesitan la risa, las piezas ligeras y apolíticas, un estado de ánimo “de paz”; también ciertos sistemas políticos que no son dictaduras ni democracias como el nuestro, necesitan de estos estados ligeros del alma para introducir estados “de paz” nacionales y artificiales, pero a través del resorte mágico de la imagen televisiva.


Se introducen en nuestras casas para hacernos reír y proporcionarnos alegría y “paz”; sin embargo, nos están robando el tiempo, nos están alienando porque nos están alejando cada vez más del centro de lo que somos, nos están quitando tiempo de conversaciones con los amigos y familiares, tiempos de lectura no sólo con los libros, sino tiempos de lectura con la vida, y no solo es la cultura aludida por el columnista Oscar Montes en El Heraldo, que tan poco les importa políticamente a las programadoras y quizá tan poco a los libretistas. La idea es que nos olvidemos de nosotros mismos y de lo que nos pasa como Estado, y no sólo es Chepe Fortuna, o Los caballeros las prefieren brutas, es el rosario de telebobelas que paralizan la mente y el espíritu del país, en esa suerte de educación sentimental nacional, que ha terminado no solo embruteciendo media nación, porque la gente ha terminado desplazando la realidad nacional por la realidad de las telenovelas, situación sospechosa para cualquier cuerdo siquiatra que atiende en su diván a los que desvarían de tarde en tarde en cada una de las ciudades de las capitales del país.


Los embrollos del gobierno de estos últimos 8 años han sido tan brutales y tan increíbles que ahora las gentes han pasado de la duda al asombro con una rapidez inusitada. Y sólo dicen “¿Y quién lo iba a pensar?” Simplemente porque la caja negra del televisor tenía un poder de credibilidad mayor que el del padre. “Si lo dice, la TV - escuché una vez - es verdad, señor. Tiene que creer.” Y así funciona el sistema, la cajita negra fue hecha para atontar el mundo, para ocultar sus dolores, para hacerle trampas a la gente, para decir mentiras a medias, para confundir la verdad. RCN es un ejemplo de esta perversión, elevada al cuadrado. “Chepe fortuna”, es una caricatura de lo que somos, igual los noticieros. Sí seremos capaces de hacer lo que hizo un escritor argentino, que comprendiendo lo dañina de la TV para la cultura argentina, mandó como proyectiles desde el cuarto piso a la calle, los dos televisores que tenía en la casa?


O quizá ya no somos nosotros, porque somos parte de ese movimiento adolescente, descrito en la película La ola, que requiere un titiritero mayor que nos dirija y nos aquiete el espíritu porque nosotros estamos perdidos, muertos, sin proyectos de vida y por lo tanto, necesitados de un autócrata (la TV) que nos guie y nos dirija la vida sin los peligros del individualismos y la libertad del anarquista infantil que nos habita. “Chepe Fortuna” es el personaje de ficción que cumple estrictamente con la función del titiritero mayor. Como dice Kertész, las dictaduras necesitan la risa, las piezas ligeras y apolíticas, un estado de ánimo “de paz” para sobrevivir sin mayores riesgos.

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