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ME LLAMO PEDRO CONRADO CUDRIZ y Mis complacencias por la gratuidad del gesto que te permite acceder a mi blog. Bienvenido a mi mundo espiritual y a esta suerte de salvamento existencial, que es una extensión de mi alma vertida en libros, Cd, y opiniones periodísticas semanales.

miércoles, 7 de abril de 2010

PREGUNTARIO PARA SUPUESTOS IDIOTAS



¿Es usted boba o bobo? ¿Qué tan profunda es su tontería? ¿La puede calificar del 1 al 5? ¿Es reversible, o usted cree que no tiene remedio?

Los seres humanos en el transcurso de una vida tienen - ¿o tenemos? – una gran variedad de comportamientos que van de un extremo pusilámine a otro extremo astuto, “vivo”; conductas algunas calificables de estúpidas y otras de bondadosas. Entre esos “actos” humanos hay otras que son calificables de tontas, y lo más extraño de todo esto es que en la mayoría de las veces son inducidas. Algunos individuos son conscientes de esta situación, razón que los hace “peligrosos” y “aburridos” por su posición crítica, y otros no, porque son seres enanejados del sistema y habituados a la oferta.

El televisor, con aparato y contenido, extrañamente, y con todo que es una caja insignificante, inerme y con un puesto de privilegio en la vivienda, nos induce a ser tontos de nuestro tiempo. Con alguna razón, Vargas Llosa, el escritor peruano de “La ciudad y los perros”, dijo alguna vez, lo copio de memoria, que “la televisión es para idiotas,” porque comparada con el cine, aquélla no tiene nada que hacer frente a la propuesta estética de la cinematografía.

A Fernando Savater, el filósofo español, si mal no recuerdo le leí no sé dónde, que es mejor ser un tonto que un asesino estúpido. De cualquier forma mida, si se puede, sus niveles humanos de tontería, o bobería:

1. ¿Cuánto tiempo de la programación de la televisión colombiana ve diariamente?
2. ¿Cuáles son sus canales preferidos, los institucionales o los privados?
3. ¿Cuál prefiere más: RCN o Caracol?
4. ¿Su fanatismo por las telenovelas llega hasta el extremo de comer, coser, hacer el amor, hablar con sus amigos o amigas sin desconectarse de ellas?
5. ¿El tiempo que usted le dedica a la televisión sobrepasa aquella manía de la infancia en la que jugar era tan vital como la vida misma?
6. ¿No se pierde de ningún reality, así este en juego, hacer el amor o leer un libro, salir con una amiga o amigo, comerse un helado en compañía de la persona que más estima?
7. ¿No se pierde de la programación deportiva, incluyendo TV Cable?
8. ¿No le gusta el Canal 5 o Señal Colombia?
9. ¿La programación de TELE CARIBE le parece buena?
10. ¿No ha logrado comprender por qué no le gusta el 11 o canal institucional?
11. ¿Se muere por todos los reinados de belleza?
12. ¿Es de las/los que estudia viendo TV?
13. ¿Prefiere la TV a conversar con alguien?
14. ¿Le gustan las telenovelas venezolanas más que las mexicanas, o viceversa?
15. ¿Prefiere la TV a la lectura de un libro?
16. ¿Ha perdido el control sobre el “vicio” de la TV?
17. ¿Qué emisoras escucha ordinariamente?

Bueno, en estos tiempos, ser tonto no duele tanto, ni tiene tanto significado porque esta imposición de masas es convencional, es decir, es una moda de prestigio como alquilar un pulóver o un sobretodo para una fiesta. Y a la gente le encanta ser boba, como cuando alguien la alaba por la marca de ropa que usa. “Me gusta la televisión y qué”, me dijo el otro día alguien desafiante; o “en las telenovelas uno aprende demasiado”, dijo otra; o “yo veo que todo el mundo tiene un televisor en su casa, y sí todos los tienen, entonces no es malo tener dos o tres en casa”, me dijo un amigo que alguien le dijo, quizá una vecina.

Las boberías pertenecen al mundo de lo superfluo, a ese afán desbordado por las naderías y el miedo por quedarnos nadando en la superficie del agua y es precisamente aquí, donde reside el peligro porque no nadar en las aguas profundas del lago de la realidad, nos aniquila la posibilidad de atravesarlo hasta cruzar todos los puentes y las claves de la esclavitud. Un tonto es alguien que no parece un tonto, pero hace todo lo posible por aparentarlo como la gente honrada. Si la estupidez está ligada al crimen y éste al aburrimiento, la bobería se solaza en su propia baba y lo terrible si se piensa trágicamente, es que ningún bobo ha tumbado ningún gobierno en el mundo; los estúpidos, por el contrario, por aburrimiento, se les da de vez en cuando por participar en una revolución, o participar en un crimen atroz, o pretenden quedarse en el poder por el prurito del egocentrismo maldito del narcisista.

Yo, es una confesión, he luchado a brazo partido contra la bobería y la estupidez que se ha multiplicado tanto geográfica como geométricamente en estas dos últimas décadas. La lucha es larga y sin respiro porque la estulticia anda disfrazada de gente importante, o de político, o de ciudadano común, o de profesor, o de médico, o de poeta o escritor, de cura, de anciano, de joven, en fin, de periodista. Lo importante es que ya no es necesaria una lupa porque usted los ve venir a un kilómetro de distancia y puede asustarlo si lo observa. Mejor olvídelo como se olvida el pan. Bueno, yo también un mal día sometí a prueba mi idiotez y voté por Samper y voté por Ventura Díaz, dos días que fulminaron la confianza en el mundo. Todavía no me recupero de estas fracturas de almas. No digo más, para que no suene a excusa, o a vaca.

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