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ME LLAMO PEDRO CONRADO CUDRIZ y Mis complacencias por la gratuidad del gesto que te permite acceder a mi blog. Bienvenido a mi mundo espiritual y a esta suerte de salvamento existencial, que es una extensión de mi alma vertida en libros, Cd, y opiniones periodísticas semanales.

sábado, 24 de abril de 2010

RATZINGER, DEMASIADO HUMANO

No sé porqué el actual Procurador general de Colombia, me recuerda mucho al papa Benedicto XVI. Hay en ambas personalidades, rasgos de fanatismo religioso tan pronunciados, detalles de conservadurismo que los oscurecen. Algo emana de ellos, que nos mortifica. Sin embargo, la figura papal, por ser universal, propicia mayores controversias.

Creo que al enclave de Roma no había llegado antes, estoy referenciando los últimos cincuenta años aproximadamente, un papa tan humano como el que tiene hoy la iglesia católica, y cuando hablo de humano estoy refiriéndome a un hombre despojado de toda intención de santidad, porque el ser humano que encarna Ratzinger, con toda su envoltura carnal y la profunda dicotomía de su alma, no podrá nunca despojarse del lastre pedófilo que lo persigue, y no porque él sea pederasta, no; sino simplemente porque en el pasado, cuando él todavía no soñaba con reinar entre los hombres de su religión, sus posturas de vida comenzaron a sembrar un manto de duda alrededor del hombre de fe que sigue siendo hoy. Lástima para su iglesia, porque en las organizaciones religiosas la coherencia de la bondad atraviesa la película que cubre la pared de la inmortalidad humana. Y hablamos de lo bueno, no desde el prestigio de la moral, pero sí en términos profundamente éticos.

(Hay, sin embargo, que hablar en paréntesis para capturar la mayor de las contradicciones de la iglesia católica, el supuesto poder de la tradición en un mundo cada vez más civil y menos tradicionalista y donde por supuesto, la separación de los poderes de la iglesia y el estado, obliga a todos los ciudadanos a someterse al imperio de la ley civil, incluyendo sin excepción a los sacerdotes pedófilos.)

Y a la vida de Benedicto XVI le falta el arte mágico de la santidad, la dulzura humanista que asombre a los hombres de cualquier mundo religioso, el misterio humano que atraiga al otro, no importa que este otro sea por ejemplo musulmán o anglicano. Para empezar, es un hombre con pasado medieval, inquisitorial, ya que fue prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe y militó según los que le han escudriñado su pasado, en las juventudes Hitlerianas en los tiempos de la segunda guerra mundial. Pero lo que más ha molestado el mundo, es su complicidad o la omisión actuada frente a los casos de pederastia en Alemania y otras ciudades del mundo. El tiempo o la época es lo de menos, lo que importa es que en su omisión por lo menos, hay un velo de tolerancia y encubrimiento en estos delitos y esta conducta pretérita se ha revertido negativamente en su reinado terrenal, a tal punto, que estoy absolutamente seguro, será imposible que alguien proponga el camino de los milagros y la santidad para él.

Su conservadurismo ha sido tan irracional que incluso atravesó la vida íntima de los fieles y se inmiscuyó en el control natal al prohibir el uso de los preservativos para luchar también en contra del SIDA y se atrevió admitir en su iglesia al sacerdote que niega el Holocausto nazi, Richard Williamson. Mas sus pretensiones son tan descabelladas que tienen el tinte de la colonización occidental, porque descalifica la vida religiosa de las culturas precolombinas, sobrevivientes del holocausto de la conquista y la colonización española, cuando asegura que sus actuales prácticas religiosas son un retroceso al mundo primitivo. Aquí sólo pretende occidentalizarnos a través del misterio de la razón y la metafísica religiosa, como si su mundo fuera más perfecto que el reino de los Taironas.

Una última acotación: el hecho que el hombre, Ratzinger, no haya podido mejorarse como ser humano a pesar de sus creencias religiosas, significa simplemente que la humanidad debería pensar más en el hombre como un sujeto terrenal imperfecto, pero dispuesto a despojarse de la hipocresía del poder terrenal que en nombre de Dios, usan todas las religiones para ocultar la miseria humana.

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